por Leonardo Boff
La fiesta de la Pascua se presta para muchos significados. Muchos de ellos perdieron plenamente referencia a su significado primordial como fiesta de liberación de la
esclavitud de todo un pueblo. Lo que predomina ahora es su sentido comercial: bella ocasión para el comercio y el consumo.
Para los judíos y los cristianos es una celebración fundadora: Para los primeros es pasar
de una situación de esclavitud a una situación de libertad en una tierra llena de promesas. Para los segundos, los cristianos, representa el paso de la muerte a la resurrección entendida como la plena realización de la esencia humana. Jesús ejecutado en la cruz y sepultado, rompe la tumba y vuelve a la vida, ahora transfigurado.
Pascua para nosotros hoy en día puede significar una metáfora de la situación actual de la Tierra, nuestra devastada morada común. En esto radica la metáfora:
El planeta en su conjunto está pasando por una severa Pascua, un pasar peligroso. Estamos en un proceso acelerado de pérdida de: aire, suelo, agua, bosques, glaciares, océanos, de biodiversidad y sustentabilidad del propio Sistema-Tierra. Sufrimos con la consternación de los terremotos en Haití y Chile y los tsunamis en el sudeste asiático y este año 2011 en Japón. Estos eventos extremos revelan la situación de caos en que entró la Tierra.
¿Cuándo van a terminar las pérdidas? O ¿dónde podrían llevarnos? ¿Podemos esperar, como en Semana Santa, que después del Viernes Santo de pasión y muerte, irrumpa la resurrección?
Necesitamos una mirada retrospectiva sobre la historia de la Tierra para arrojar algo de luz sobre la crisis actual. En primer lugar, se debe reconocer que los terremotos y las devastaciones son recurrentes en la historia geológica del Planeta. Existe una tasa "de extinción de fondo "que ocurre en el proceso normal de evolución. Especies perduran por millones y millones de años y luego desaparecen. Es como un individuo que nace, vive y después de algún tiempo muere. La extinción es el destino de individuos y especies, también de la nuestra. Pero más allá de este proceso natural, hay extinciones en masa. La tierra, según los geólogos, se habría sometido a 15 grandes extinciones de esta naturaleza. Dos de ellas fueron especialmente graves.
La primera ocurrió hace 245 millones de años durante la ruptura de Pangea, aquel continente único que se separó dando origen a los continentes actuales. El evento fue tan devastador que acabó con entre 75- 95 % de las especies de vida que existían entonces. Por debajo de los continentes siguen activas placas tectónicas que chocan entre sí, se solapan o se aleja, movimiento llamado de deriva continental, responsable de los terremotos.
La segunda se produjo hace 65 millones de años causados por el cambio climático, el aumento nivel del mar y calentamiento, eventos causados por un asteroide de 9,6 kilómetros caído en América Central. Provocó incendios infernales, tsunamis, gases venenosos y largo oscurecimiento del sol. Los dinosaurios que por 133 millones de años dominaban, soberanos sobre la Tierra, desaparecieron totalmente, como el 50% de las especies vivas. La Tierra necesitó de diez millones años para renovarse totalmente.
Sin embargo, permitió una radiación de biodiversidad como nunca antes en la evolución. Nuestros ancestros que vivían en la copa de los árboles, alimentándose de flores, temblando de miedo de los dinosaurios, podrían descender a la tierra y hacer su camino, que culmina en lo que somos hoy en día.
Científicos notables (Ward, Ehrlich, Lovelock, Myers y otros) sostienen que está en curso otra gran diezmación que se inició hace unos 2,5 millones de años cuando extensos glaciares comenzaron a cubrir parte del planeta, alterando los climas y los niveles del mar. Esta se aceleró enormemente con la aparición de un verdadero Meteoro rasante que es el ser humano a través de su sistemática intervención en el sistema-Tierra, sobre todo en los últimos siglos. Algunos hablan de la inauguración de una nueva era, el antropoceno, es decir, el ser humano se convirtió en una fuerza geofísica de destrucción.
Peter Ward (El final de la evolución, 1977, p.268) afirma que esta extinción masiva se ve claramente en Brasil en los últimos 35 años se están extinguiendo definitivamente cuatro especies por día. Y termina advirtiendo: "un gigantesco desastre ecológico nos espera. "
Lo que pone el sentido de la vida en crisis es la existencia de terremotos y maremotos que destruyen todo y matan a miles de personas.
E aquí tenemos que aceptar con humildad la Tierra como es: A veces una madre generosa, otras veces madrastra cruel. Ella sigue mecanismos ciegos de su fuerza geológica. Ella nos ignora, por eso los tsunamis y cataclismos son aterradores. Sin embargo, nos pasa informaciones. Nuestra misión como seres inteligentes es descifrarlas para evitar daños o usarlos para nuestro beneficio. Los animales captan tales informaciones y antes de un tsunami huyen a tierras más altas. Tal vez nosotros otrora sabíamos captarlas y nos defendíamos.
Hoy hemos perdido esta capacidad. Pero para suplir esta insuficiencia, tenemos la ciencia. Ella puede decodificar las informaciones que previamente la Tierra nos pasa y nos sugiere estrategias de auto-defensa y rescate.
Cómo somos la parte consciente e inteligente de la Tierra misma, todavía estamos en la etapa juvenil, con poca acumulación de experiencia y de saber. Estamos entrando en la edad adulta, aprendiendo mejor como observar y manejar las energías de la Tierra.
Así, por ejemplo, no podemos construir casas a los pies de las montañas que por su configuración geofísica puede deslizar como en las ciudades de montaña de Río de Janeiro.
Es irracional levantar gigantescas plantas nucleares al lado del mar en regiones sujetas a terremotos y tsunamis, como ocurrió en Japón.
Si usted no escucha a la naturaleza y no obedecen a sus ritmos, ella nos castigará implacablemente. No porque quiera, ya que ella sigue su curso trazado en su naturaleza geofísica. Pero a través de nuestra observación, cuidado y ciencia, podemos evitar que sus mecanismos internos no sean tan destructivos. Tenemos mucho todavía que crecer, aprender, madurar y respetar.
En el momento actual la Tierra cuelga de la cruz.
Tenemos que sacarla de allí y resucitarla mientras sea tiempo. Sólo entonces tiene sentido desearnos unos a otros: "Feliz y soleada Semana Santa".
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Leonardo Boff es autor de Nuestra resurrección en la muerte, Voces de 2007.