viernes, 8 de abril de 2011

66 años de la muerte de Dietrich Bonhoeffer

 “el verdadero cristianismo consiste en Cristo existiendo como comunidad, la cual a causa de la presencia viva y vivificante del Señor en ella, establece una relación responsable y sin posibilidad de distinción, sin rehuir al mismo tiempo el riesgo, e incluso, la persecución…”


El 9 de abril de 1945, al amanecer, Bonhoeffer  fue ejecutado con la horca. Debió desnudarse para subir al cadalso y sus últimas palabras fueron:

"Este es el fin; para mí el principio de la vida"

Había sido condenado sólo un día antes en una breve corte marcial. Bonhoeffer es considerado mártir por su fe; fue absuelto de cualquier crimen por el gobierno alemán a mediados de los 90. El calendario de la Iglesia Episcopal en los Estados Unidos de América lo recuerda el 9 de abril, fecha de su martirio.
Una frase muy citada de uno de sus libros más leídos, “El precio de la gracia” (1937), prefiguraba su muerte:

“Cuando Cristo llama a un hombre, le ofrece a venir y morir”.

Se ha debatido si hubo razones teológicas y políticas detrás de un supuesto cambio desde su pacifismo cristiano, que expuso a mediados de los años 30, hasta su pretendida participación en el plan de magnicidio de Hitler, según la acusación de sus verdugos. En realidad había pasado más de un año desde el encarcelamiento de Bonhoeffer, cuando algunos de los resistentes atentaron contra Hitler, sin que pueda probarse de ninguna manera que Bonhoeffer haya participado en el violento plan de los resistentes militares.
Bonhoeffer es uno de los pocos teólogos reivindicados tanto por cristianos liberales como por conservadores. Fue además una personalidad de resonancia ecuménica. El teólogo y sacerdote jesuita español José Joaquín Alemany (1937-2001), quien fue en su tiempo el mayor conocedor y divulgador hispanoamericano de la vida y obra de este teólogo luterano, dice que Bonhoeffer ha sido una figura de gran importancia de la cual se han enriquecido de su acción y de su obra cristianos más allá de todas las fronteras confesionales. También el papa Pablo VI se refería a Bonhoeffer como una personalidad hondamente cristiana y cuya definición «Jesús, hombre para los demás» es válida para nuestro tiempo.

En el caso de Bonhoeffer no se trata de una elección a priori entre vivir o morir, sino que vemos ahí más bien el compromiso cristiano llevado hasta el mayor límite posible, ese límite que llega luego de una sucesión o serie de decisiones de compromiso con el evangelio, con su ministerio en circunstancias totalmente adversas y en las cuales con una profunda convicción él va tomando decisiones cada vez más comprometidas, de acuerdo a su comprensión de lo que significa el costo del discipulado. 

El tuvo muy claras las palabras de Jesús a sus discípulos; 


“Si alguien quiere ser mi discípulo, 
tiene que negarse a sí mismo, 
tomar su cruz y seguirme. 
Porque el que quiera salvar su vida, 
la perderá; pero el que pierda su vida 
por mi causa, la encontrará” 
(Mateo 16.25)


Bonhoeffer sin duda es un gran ejemplo para cada uno de nosotros. Podría parecer que no tuvo otra opción, o bien, depende como se analice su situación, podríamos decir que el optó por la más radical y difícil de las opciones, llegó hasta las últimas consecuencias, optó por la vida en contra de las fuerzas encarnadas de la muerte, entregando su vida, con la serenidad y firme convicción de saber muy bien lo que estaba haciendo… su mayor esfuerzo fue en pro de lo superior. 
Lo temporal y transitorio del seguimiento de Jesús está supeditado a lo temporal y trascendente del llamamiento. Como dice él no somos nosotros quienes tomamos la iniciativa siguiendo a Jesús, sino que tan sólo respondemos a su llamado. El luchó ante la adversidad y ante el mal. También escribió orientando acerca de lo que significaba seguir a Jesús viviendo bajo la gracia, bajo esta gracia cara y también de alguna manera siempre encarnando en comunidad el costo del discipulado.
En síntesis, para nosotros Bonhoeffer es sin duda un ejemplo a seguir por su convicción, compromiso y consecuencia. Es un modelo de cómo vivir y como profundizar una espiritualidad siempre cristocéntrica, no dicotómica, una ética cristiana que pasa por un compromiso encarnado en la situación social y política, en el momento que le toca vivir al cristiano. Seguir a Jesús, porque él nos elige y nos llama, no por elección nuestra como discípulos.

En memoria de Dietrich Bonhoeffer

04 febrero de 1906 – 09 de abril de 1945

 José  Suazo Navarro