Luis Eduardo Cantero, Argentina
Deseamos plantear la reflexión eclesiológica a través de un enfoque teórico y otro práctico. Ya que creemos que toda praxis surge desde un presupuesto teórico, tanto Tillich como Bonhoeffer aplican su pensamiento teológico a la vida práctica. Por ejemplo, para Tillich el concepto de iglesia surge de su interpretación cristológica; la encarnación se presenta como paradigma para la eclesiología que no puede ser aislada del conjunto de sistema. La presencia del Espíritu de Dios en el ser humano que toma cuerpo en los grupos humanos cristianos o no, forma la comunidad espiritual que viene a ser el resultado de la presencia del Espíritu en la historia de los grupos religiosos histórico; se materializa en la persona de Jesús como el Cristo, convirtiéndose en el Nuevo Ser que juzga a todos los demás grupos sociales y religiosos, como también el único mediador entre Dios y los grupos humanos. Para Tillich, el advenimiento del Espíritu de Dios al género humano no se da en personas aisladas, sino en grupos sociales, “puesto que todas las funciones del ser humano están condicionadas por el contexto social del encuentro del yo en el tu.”1
Garrido Sanz nos explica sobre la presencia del Espíritu en el ser humano, según él la presencia espiritual se manifiesta en tres aspectos para Tillich: (1) en la humanidad como un todo que es la manifestación final: comunidad espiritual latente. (2) En Jesús como el Cristo, el Nuevo Ser: revelación central y (3) en la comunidad espiritual que nace bajo el impacto del Nuevo Ser: comunidad espiritual manifiesta.2 Estos tres aspectos responde en Tillich a la naturaleza de la revelación que incluye: “una revelación preparatoria para el encuentro con Cristo; una revelación final en Cristo y una revelación receptora, donde los grupos religiosos aceptan a Cristo. Por lo tanto, la iglesia se define como la comunidad espiritual que es la comunidad del nuevo ser creada por el Espíritu divino3 y ningún grupo religioso puede llamarse cristiano si no está fundado en el reconocimiento de Jesús como el Cristo y en su recepción como un acto de fe. Este es el punto clave de la eclesiología de Tillich: eclesiología cristocéntrica”4. Esto lo confirma Tillich cuando dice:
“Así como el Cristo no es el Cristo sin aquellos que le aceptan como tal, de la misma manera la comunidad espiritual no es tal al menos que esté fundamentada en el nuevo ser tal como ha aparecido en Cristo.”5
Según lo anterior, la iglesia para Tillich es una comunidad espiritual que se llega solo por la fe en el Nuevo Ser, porque él (Cristo) es poder divino dentro de los limites de la finitud, que no es un ser entre de los demás seres, sino que es la negación de todos los seres y la afirmación del Fondo del Ser. Por ende, la iglesia como comunidad espiritual no será ni religión organizada, ni autoridad jerárquica, etc., sino los fugitivos que expresan una nueva realidad tras ser moldeados por la presencia espiritual y aceptan por fe vivir los valores del Reino de Dios: amor, unidad, etc. Es allí donde recibe el nombre de “Iglesia o comunidad espiritual manifiesta”.6
Ahora pasamos a otro ingrediente, de la iglesia en Tillich es la comunidad espiritual latente, para algunos teólogos como Carl Ambruster7 y Svyatoslav8 encuentran “la nación de iglesia latente y manifiesta como la doctrina más característica y teológicamente importante de la eclesiología de Tillich. La iglesia latente está preparándose para recibir al Cristo, porque es ya “un miembro adulto, de la Comunidad Espiritual” que critica la iglesia manifiesta.” Esta reconoce abierta y conscientemente el nuevo ser (Cristo) y predica la palabra del Evangelio y los sacramentos. Ahora bien, al reconocer a la iglesia latente como parte de la comunidad espiritual, Tillich provee a la iglesia manifiesta el fundamento para la comprensión y trato constructivo con los no creyentes y el mundo secular. El concepto de iglesia latente aparece en sus escritos como La era protestante, teología de la cultura y en sus tres volúmenes de la Teología Sistemática. Para Tillich iglesia latente son todos los grupos humanistas cristianos que viven su fe al margen de la iglesia y manifiestan en su existencia los signos del nuevo ser, como las asociaciones de jóvenes, movimientos árticos y políticos e incluso individuos aislados entre si (…)9
La doctrina de esta comunidad espiritual tiene como principio del ser iglesia la revelación central y universal el Nuevo Ser (Cristo) que juzga a los demás seres. Y su presencia en la historia de la iglesia afirma la unión entre Dios y el género humano, testificada por la presencia del Espíritu Santo que crea la comunidad espiritual. Esta tiene una relación dialéctica con el nuevo ser en Jesús como el Cristo y a la comunidad espiritual manifiesta de la cual es su preparación anticipada. La iglesia latente participa de la unión trascendente de la vida y supera el abismo sujeto – objeto que es el símbolo de la alineación humana y que se realiza en los límites de la historia. Resumiendo esta parte, podemos afirmar que la eclesiología de nuestro autor no puede ser separada de su fundamento en el Nuevo Ser; por ende, su encarnación en una estructura jerárquica sagrada pone en tela de juicio la esencia de ella, que es servir a los de afuera y a los de adentro. Por lo tanto, la iglesia no debe crear barreras doctrinales, ni estar sometida a una tradición en particular, sino que debe estar abierta a los nuevos modelos de experiencias cotidianas y elevar todos los aspectos cotidianos al nivel eterno. Es aquí donde surge el trabajo del teólogo pastoral, con esto entramos en el segundo enfoque practico, titulado el hacer de la iglesia.
El hacer iglesia para Tillich no consiste en aislarse del contexto social, cultural donde se encuentra la comunidad espiritual, sino que la iglesia hace parte de ese contexto. El objetivo aquí es desarrollar una pastoral en relación con la cultura, con la sociedad y con el mundo que le rodea. Tillich afirma que la iglesia no puede existir sin las creaciones humanas: las artes, la cultura, etc., con sus respectivas ambigüedades; la iglesia, también, esta sumergida en sus ambigüedades, entonces la tarea del teólogo pastoral es conquistar y superas estas ambigüedades por medio de la presencia espiritual manifestada en el nuevo ser de Jesús como el Cristo y estar abierta a los demás, lo que implica una ruptura con las estructuras denominacionales y jerárquica, que en vez de ayudar a la comunidad con los de afuera, hace que éstos no puedan entrar en ella. Ahora este trabajo no es solo para la teología práctica, sino que es una tarea para los demás teólogos y agrega: “La teología sistemática no puede ocuparse de los problemas prácticos que se derivan de estas relaciones, pero si debe tratar de formular las maneras y principios mediante los cuales las iglesias se relacionan ellas mismas como iglesias con otros grupos sociales”10
Por eso, la tarea de la iglesia es hacer presente la verdad única a cada generación con la finalidad al mensaje primigenio y a la historia, lo cual implica adaptación de lo que cree y enseña; el peligro subyace cuando se deforma esa enseñanza y esa creencia que conduce al fundamentalismo, la seducción de masa o la acomodación ilimitada: teología latinoamericana, para evitar este peligro Tillich sugiere que el teólogo pastoral u otro debe responder a la totalidad de la auto – interpretación creadora del ser humano en una época determinada. Por eso, los creyentes de hoy que vivimos en los albores del siglo XXI solo podemos compartir y recibir la verdad del mensaje de Cristo con las categorías de nuestra cultura de hoy. Pero esta adaptación no implica desconocer la historia ni perder el fundamento de esa verdad que es el Nuevo Ser, para que no caigamos en un relativismo que conllevó a la iglesia cristiana europea al secularismo y a perder la experiencia espiritual…11 Esto tan poco, nos puede llevar al aislamiento del mundo de hoy. Tillich nos anima a participar de este mundo y de la historia. Y agrega, la iglesia no tiene que alejarse de las realidades culturales con sus pro y contra, ya que su objetivo es trascenderlas, porque el mensaje está condicionado por la situación concreta del ser humano.
Lo anterior nos lleva a cuestionar a Tillich ¿Qué función tiene la evangelización? Tillich responde que la función evangelizadora tiene dos enfoques, por un lado la apología práctica y por otro lado, la predicación evangélica que pueden reemplazar la expansión por mediación si su resultado es el deseo de un consejo personal, según Tillich la finalidad de la teología filosófica (apologética) es la de encontrar el terreno común entre la situación del género humano y las exigencias del mensaje. Por eso la función apologética de la iglesia es la demostrar que los símbolos del mensaje cristiano responden realmente a las inquietudes humanas, allí surge la función expansiva que es la evangelización, pero esta función debe incorporar elementos nuevos del lenguaje y de la cultura, debe superar las ambigüedades del lenguaje usado tradicionalmente por las iglesias. El problema surge es la de encontrar a los predicadores, evangelistas y misioneros que sean consciente de su propia situación y están inmerso existencialmente en los problemas y necesidades de la comunidad que le rodea. Y la de no confundir el impacto psicológico del predicador con la presencia del Espíritu Santo (seducción espiritual).
El método teológico de Tillich ofrece al creyente y al teólogo el sentido de su existencia conforme al mensaje del Nuevo Ser como el Cristo, uniendo el mensaje kerigmático y la apologética y presentando el mensaje del evangelio como universal, en el espacio y en el tiempo. De esta manera él defiende el lugar de la teología dentro del mundo de las demás ciencias humanas, llamándola teología filosófica: “Es un trabajo continuo que va de siglo en siglo, como el de la filosofía y la vida de la iglesia. La finalidad de esta teología filosófica es universal de la iglesia cristiana: presentar el mensaje de Jesucristo. Lo que aparecía como nuestra preocupación última resultó ser al mismo tiempo el logos del ser. Este es el objetivo cristiano y la materia infinita de la teología filosófica”.12 La teología como función constructiva de la iglesia siempre debe tener en cuenta la experiencia de fe que afirma la universalidad y unicidad del mensaje cristiano. Y la dogmática que es la formulación de la tradición doctrinal para nuestra situación actual.
Esta función constructiva exige al teólogo relacionar su teología con las demás ciencias humanas que le ayudaran a entender y comprender al individuo o grupo social. Tillich propone que reflexionemos sobre la relación entre la justicia, la humanidad y la santidad de la iglesia como grupo y del cristiano como miembro de la iglesia, donde la justicia y humanidad implican siempre un crecimiento tanto del grupo social como del individuo. Pero, este crecimiento puede ser obstaculizado cuando la iglesia comete o permite la injusticia en el nombre de la santidad. Al respecto Tillich dice que:
“La alianza de las jerarquías eclesiásticas con las jerarquías feudales de la sociedad medieval es un ejemplo de esta injusticia de la santidad; la dependencia del clero o pastor de los representantes de las clases económicas y sociales influyentes en su parroquia es otro ejemplo.”13
Este es el problema del conflicto eclesial con las personas que rechaza el pacto de la santidad con la injusticia, porque la santidad que no es verdadera no puede resolver nada. Por eso, Tillich habla de las ambigüedades de la vida comunitaria en cuatro grupos: la inclusividad, la igualdad, la dirección y la estructura legal; pero aclara que la santidad comunitaria es lo que debe ser en la iglesia y no es lo que es la comunidad santa fundada en Jesús cuya recepción da origen a la comunidad espiritual de fe y amor. Para nuestro autor es ambiguo cualquier persona o grupo social que admite a unos y excluye a otros, pero la iglesia como comunidad cristiana debe superar esta ambigüedad, porque sin darse cuenta ha caído en este mal; ella por su razón esta llamada a recibir y aceptar a todos los seres humanos no importando su limitación social, etnia, orientación sexual, y fe. También, Tillich nos hace ver que a veces la inclusividad tiene otra cara que por no confesar la misma fe excluyen a los otros que confiesan o piensan diferente a determinado grupo religioso. Esta exclusión se justifica por el hecho de defender su legado doctrinal, con un agregado la conversión del otro asumir ciertos símbolos y normas. Por eso la iglesia debe estar alerta ante cualquier otro evangelio, para ello debe hacer uso del elemento profético y crítico, Tillich agrega que la “iglesia al criticar sus propios símbolos, etc., expresa su dependencia de la comunidad espiritual, su razón de ser y la amenaza constante de caer en esas ambigüedades de la religión a las que en teorías debe combatir.” 14
Otro aspecto que como iglesias evangélicas hemos caído en la ambigüedad del liderazgo, Tillich dice que la ambigüedad en este aspecto nace de la centralidad del pastor o líder como un ser que representa a si mismo y al grupo. El conflicto que comúnmente surge es de asumir su autoridad con respecto a su función como líder que presenta a los demás, pero que no es su centro. La historia de la tiranía nos ha mostrado que los líderes tiranos surgen de las oportunidades y de la libertad que le brinda la comunidad espiritual o secular, en el cual el poder personal se identifica con el poder del grupo. Tillich extiende este tema en su libro titulado: La era protestante, en donde nos comparte algunas diferencias entre el liderazgo católico romano y protestante (agregaríamos luteranos): “(…) la iglesia católica ha logrado mantener una sustancia autentica que subsiste, si bien encontrada dentro de una corteza cada vez más dura (…).”15 Cosa que no sucede en el protestantismo donde encontramos diversos modelos de liderazgo, pero el más común: centralidad del líder. Para evitar esta ambigüedad Tillich aconseja usar el modelo de la sustancia vital católica, también que las estructuras de nuestras iglesias no pueden ser vista como la consecuencia de un mandamiento incondicional del Espíritu y la autoridad jerárquica no es de origen divino, finalmente que el hacer iglesia se funda en la afirmación y en la valoración del elemento sacramental por medio del cual el teólogo pastoral y académico supera la estructura tradicional en que han sido trasplantada de las iglesias hermanas del primer mundo. La presencia del Espíritu Santo ayuda al cuerpo eclesial a desarrollar nuevas perspectivas y dones hacia el servicio con los demás, dejando a un lado todo aquello que genera ambigüedad.
Luís Eduardo Cantero, es Doctor en Filosofía, pastor bautista, docente universitario, colombiano; residente en Buenos Aires. Miembro de la Iglesia Evangélica Bautista de Flores, Argentina. Decano Ad - Honorem y profesor del Seminario Teológico Misionero Tiranno, San Justo, Bs. As. Profesor adjunto de la Universidad FLET, Miami, E.E.U.U
1 Svyatoslav Fekhtel, Las eclesiologías abiertas e inclusivas de Paúl Tillich y Kart Rahner, Tesis de licenciatura inédita, Facultad de Teología, Instituto Universitario ISEDET, Buenos Aires, Argentina, 2002, p. 86 y s.
2 Alfonso, Garrido Sanz, La iglesia en el pensamiento de Paul Tillich, Sígueme, Salamanca, 1979, pp. 99 y ss.
4 Svyatoslav Fekhtel, Las eclesiologías abiertas e inclusivas de Paúl Tillich y Kart Rahner, op., cit, p. 87.
8 Svyatoslav Fekhtel, Las eclesiologías abiertas e inclusivas de Paúl Tillich y Kart Rahner, pp. 90 - 91

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